La muerte de Pedro Madruga,
en 1486, queda envuelta en la duda y el misterio.
Viaja a Alba de Tormes
buscando la reconciliación y la gracia real; sin conseguir sus propósitos
encuentra allí la muerte. Vasco da Ponte nos narra expresivamente:
<<…unos dixeron que el
conde muriera allí de dos carbúnculos, otros dixeron que el alcalde de Proiaño
entrara en el monasterio con sus porquerones y que le hechara un garrote en el
pescuezo; unos dicen que fue de una manera y otros dicen que fue de otra, quizá
fue de entrambas maneras>>.
Desaparecía así el personaje
tal vez más singular de la agitada Galicia de fines del s.XV, y lo que la
crónica coetánea, en unos casos, y la historiografía romántica y nacionalista
gallega en otros, convirtieron en el más controvertido de su tiempo.